martes, 26 de mayo de 2009

Tengo un amigo al que invitaron a participar en una de esas antologías de jóvenes escritores y le pidieron un cuento sobre la amistad. Nunca escribió un cuento en su vida y me preguntó si lo podía ayudar. Le dije que trabajara sobre las amistades que se dan entre los padres de los hijos que van a una misma escuela. "Eso no es amistad" me dijo él. "No, justamente" dije yo. Y después agregué: "Se dan amistades cimentadas en una coincidencia completamente azarosa, ni siquiera es una afinidad geográfica". Lo raro es que hay gente que sí se hace amiga. En esas situaicones uno se da cuenta de por qué las cosas no funcionan. También le dije que escribiera sobre los vestuarios de los clubes. No mostró mucho interés hasta que le conté la historia de un tipo que dejaba sobres de champú con anilina negra en las duchas y que, cuando le pasaba algo y alguien le decía "bueno, en lo que te pueda ayudar, decime", inmediatamente pedía dinero. Iba al Club Italiano y era jugador copulsivo. El dinero y la amistad son dos temas que hay que narrar juntos.