jueves, 13 de mayo de 2010

(Esto leí el martes)

Agradecimientos en la presentación de Diario de Alcalá (Editorial Pánico El Pánico)

Gracias a los editores Marina Gersberg y Luciano Lutereau. Me gusta mucho cómo quedó el libro. Gracias a Jesús Cañete Ochoa, que se confundió la terminal en el Barajas y me dio una anécdota para empezar a escribir y después se transformó en el mejor Virgilio de la ciudad de Cervantes. Gracias a Juan Cruz que apretó el poderoso botón rojo de su despacho en el pentágono del Grupo Prisa y en la impresora apareció mi nombre.

Gracias a Pepa, por la paella. Gracias Fernando, por las charlas sobre Obús y Barón Rojo. Gracias a Giselle Etcheverry Walker, por estar en el lugar indicado en el momento indicado y no luchando contra el Comandate Chavez en la selva venezolana. Gracias a Pron, por la excursión a Puerta de Hierro y por muchísimo más. (Gracias, amigo, de corazón.)

Gracias a Antonio Jiménez Morato, por el turismo madrileño y la introducción a la momia. También gracias a Maxi Tomas, por haber empezado la cosa. Y gracias a Constantino Bértolo que me regaló libros y me dio un par de ideas sobre cómo leerlos.

Gracias a Juan González del Solar, por la confianza en Madrid y en Buenos Aires.

Y gracias a la guardia de seguridad del tatuaje raro en el cuello, a la gordita de la residencia San Ildefonso, al sereno que estudiaba para policía, al tuerto del Museo y a la chica francesa que me dio charla en la cola del Prado.

Gracias a Javier Jiménez por contarme la historia del actor que se suicidó en el edifico del bar de tapas donde siempre íbamos a tomar algo. (No lo puse en el libro pero debería haberlo puesto.) Y gracias también por los consejos amatorio-tecnológicos. Gracias a David por habernos filmado y después por haberme editado.

Finalmente gracias a Giovanna Rivero, que me contó de Bolivia en los bares de Alcalá y me acompañó al Museo de Cera de Metro Colón, cuando nadie quería ir. Y gracias a Andrea Jeftanovic, que me soportó en Alcalá y experimentó un finísimo pudor cuando agarré un cartón de la calle para protegerme de la lluvia complutense.

Y gracias a ustedes.