miércoles, 25 de agosto de 2010




Abrazo la belleza bastarda de la crítica literaria. Me sacudo al poeta, al cálido narrador, dejo atrás la fantasía del arte o la asumo en una dimensión exterior. Me transformo en un crítico. Siempre lo fui. Un crítico literario de los arrabales del mundo con un piche de asado en la mano.